Para empezar bien la mañana en nuestro idea de cruzar la frontera de Laos bien temprano, a los 20 minutos de ponernos en marcha la moto de Juan Fran pinchó la rueda delantera. Suerte tuvimos (para variar), que en mismo lugar donde pinchamos, la gente nos echó una mano (o más bien las dos) para cambiar la rueda. Tras el inoportuno parón de algo más de una hora, nos damos cuenta que el freno delantero ha quedado sin servicio, por lo que de vuelta a Dien Bien Fu a la respectiva visita al mecánico.
Tras ajustar el freno, recorremos los 35 kilómetros hasta la frontera de Tay Trang, donde cruzar ambos pasos fronterizos nos llevó algo más de dos horas, y pudimos confirmar la falta de papeles no supone mayor problema para poder pasar la moto en Laos.
En el propio paso fronterizo se anticipa lo que te vas a encontrar en el país vecino. La carretera se transforma de decentemente asfaltada, a un camino de arena que alterna piedras, gravilla, baches y surcos a su antojo. Y es que la diversión y la aventura en Laos, viene principalmente por la falta de infraestructuras como carreteras asfaltadas, que únicamente comunican los principales núcleos urbanos. Para el resto de los desplazamientos te puedes encontrar desde decentes pistas de arena, hasta caminos pedregosos y bacheados llenos de barro. Y eso que tuvimos la suerte de que era temporada seca, ya que según nos contaron, en temporada húmeda, nuestra moto, que nos sorprendió gratamente por su capacidad para ir cómodamente por todo tipo de terreno (y hasta donde no había ni terreno), se hubiera quedado corta.
Junto al estado de los caminos se suma encontrarte con todo tipo de riachuelos, puentes de madera en más que dudoso estado, árboles caídos, ríos sin puente que lo cruce que te obligan a negociar con algún barquero local para poder atravesarlo,… un show. Y todo ello en un impresionante paisaje selvático virgen en el que nunca sabes que te puedes esperar. Para colmo no habíamos sido capaces de encontrar en Hanoi nada parecido a un mapa de carreteras de Laos, por lo que nuestra única guía era un par de mapas que habíamos encontrado en internet y que llevábamos en la cámara de fotos para poder enseñar a los locales. De lo más útil.
Y en uno de estos imprevisibles caminos estábamos, en plena bajada de una empinada cuesta, cuando me paró un local (fotógrafo de profesión) y tras un par de gestos se me monta en la moto. Así que despacito y con cuidado continuamos montaña abajo con nuestro nuevo acompañante. Pero para nuestra sorpresa, a 15 km escasos pasada la frontera, nos encontramos el camino cortado por obras. Y para peor señal, mi acompañante se baja y se despide, está claro que esto va para largo. Más de dos horas parados por obras hasta las 5 de la tarde, cuando anochece a las 5 y medial, por lo que tenemos media hora para llegar al pueblo más cercano de la frontera, que se encuentra a 35 kilómetros de la misma. Como no podía ser de otra manera nuestras motos nos dan otra "alegria" y las luces de mi querida amiga dejan de funcionar, por lo que nos encontramos recorriendo un camino repleto de charcos y baches en plena noche y sin luces.
Tras llegar finalmente al pueblo y abrazarnos de alegría, nos llevamos el susto de que el único hotel del pueblo está completo, pero por fin encontramos alojamiento en casa de una familia que alquila habitaciones. Y llenos de barro y con la sonrisa en la boca por un día no falto de tensión pero inolvidable, nos damos cuenta que una de las bolsas de la moto de Juan Fran se ha caído de la moto, con el portátil, el pasaporte y los papeles de la moto junto a otras cosas menores. Final triste para un día que había resultado agotador pero de lo más divertido.
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| 14. Laos |




Tio, en la foto te pareces al tipico gitano motero que le ha robado la "burra" a alguien. Feliz año¡¡
ResponderEliminarjose angel a ver si me traes algo de alli una señorita guapa mismo
ResponderEliminarde parte de pedro carrizo