La ciudad de mayor vida que recuerdo hasta la fecha, donde pasado y futuro conviven en todos los rincones de la ciudad, y en la que el exceso de la ciudad, con sus calles repletas de mercados callejeros, turistas y atascos de tráfico, unas veces agota y otras entusiasma.
La zona donde nos alojamos durante la semana que pasamos en Bangkok, Khao San y Banglamphu, típica zona para mochileros, si bien es posible encontrar alojamiento de calidad a buen precio y servicios abiertos las 24 horas del día, la numerosa presencia de extranjeros que superan en número a los locales, hace que esta zona (y en general un poco toda la ciudad) pierda mucha de su magia, por lo que para posteriores visitas probaremos otros barrios como por ejemplo el animado Chinatown.
De las visitas en la ciudad, destacaría pasar una velada en el Lumphini Boxing (uno de los dos locales de boxeo de la ciudad), viendo combates de Muay Thai, en el que se intercalan luchas de adolescentes con luchas de adultos, que si bien por su altura, uno diría que no crecieron desde la adolescencia. Lo más destacable, más que los propios combates que terminan siendo algo repetitivo (y donde no sabemos porque los jueces casi siempre dan vencedor al del calzón rojo), es el ambiente de las gradas, donde las apuestas y los gritos de las “aficiones” se entremezclan con la música tailandesa de fondo. También merece la pena la visita al mercado callejero del fin de semana conocido como Chatuchak, con sus más de 15 mil puestos con todo tipo de ofertas, desde serpientes vivas hasta cuadros modernistas. Mientras que la visita al centro cultural y arquitectónico de la ciudad, Ko Ratakanosin, lo dejaría para los amantes de los templos, en los que yo sin duda no me incluyo.
Las salidas nocturnas si bien prometenen una ciudad en la que todos los días de la semana hay ambiente en cualquiera de sus famosas calles dedicadas al ocio (destaca la zona repleta de bares conocida como RCA), se ven diezmadas por el cierre de los bares y discotecas entre la 1 y las 2 de la mañana. Imagino que los locales tendrán sus rincones para continuar la fiesta, pero nosotros no conseguimos dar con ellos. Y es que estode salir temprano es algo que los españoles, por mucho que lo intentemos, no nos acostumbramos.
Fuera de la ciudad, el famoso mercado flotante Damnoen Saduak decepciona de que manera, ya que lo que en el pasado fue seguramente un mercado local sobre el agua, se ha convertido en una atracción para turistas, en el que no es posible moverse sin ser asaltado por hordas de vendedores. Y el conocido como Tiger Temple, famoso por criar en sus alrededores a tigres en libertad, sin duda tiene el punto de poder pasear y fotografiarse junto a unos tigres "domesticados".
Con el eco de las ofertas de las tailandesas todavía en la cabeza, “Massaaaaaaage”, que parece perderse en el infinito, abandonamos la ciudad, con cierta sensación de que sus rincones tienen mucho más que ofrecer que lo que nosotros fuimos capaces de vivir.
09. Bangkok. Noviembre 2009 |