Estos 3.565 Km han discurrido entre cuatro ciudades, y muchas horas de tren (6, 9, 14, 21, y sumando). La experiencia en el tren, pues a la carta, según la moral del viajero. Desde aceptar la oferta de los viajeros rusos para tomarte unos tragos de vodka acompañados de los típicos e internacionales tentempiés de tren (salchichón, conservas, …), tal como hicimos en nuestra primera noche de tren, practicando el ruso/español con ayuda de nuestra guía, donde el mayor fracaso fue la cita que les hicimos de una película de James Bond en ruso: “Desgraciadamente, sus planes para la dominación del mundo son erróneos”, y que no les hizo ninguna gracia, y como mayor éxito, cada vez que Juan Fran les decía que yo era gitano, se partían de risa, pero cuyos efectos sabidos de resaca nos han hecho no volver a probar. Como tener una estancia tranquila durmiendo, leyendo o escribiendo este blog, teniendo precaución de no hablar en español delante de rusos con caminar zig- zagueante, para evitar invitaciones de vodka (dándose unos pequeños toques con el dedo en el cuello) que no está bien visto rechazar.
En cuanto a las ciudades, el primer destino fue Nizhny Novgorod, una ciudad de aprox. 1,3 millones de habitantes, y de la que se dice, cómo de muchas otras, que es la tercera ciudad de Rusia. Su mayor atractivo, tanto el paseo que une las dos plazas principales de la ciudad, un recorrido donde la gente (principalmente chicas) van a pasear de plaza a plaza durante las horas de sol de la tarde, y que sentado en una cafetería te da la impresión de estar en un desfile de modelos (tipo de calle peatonal que por lo que vimos posteriormente comparte como muchas otras ciudades rusas), como el enclave de la misma, ya que se encuentra en el cruce de los ríos Ocka y Volga, y desde el Kremlin de la ciudad, las vistas son impresionantes.
Para completar la estancia, una excursión a Gorodet, pueblo según la guía con encanto y de artistas, pero cuyo encanto no conseguimos ver por ningún lado, y a la vuelta, cuando estábamos ya 14 personas (contadas sí) en una furgoneta preparados para salir, apareció una chica con su bulldog y se subió, esa sí que era una “artista”.
Y como colofon, cenamos en el puerto de la ciudad, en un sitio llamado Petkin, en el que por 11 euros por persona, probamos los pescados más típicos del rio Volga: perca, salmón, trucha,… la mejor comida hasta la fecha.
Como anécdota, de vuelta al hotel dimos por casualidad con una fiesta Tatar, muy al estilo Griego (al menos en las películas), con la gente bailando, cogiéndose de la mano,… donde las invitaciones a bailar y la resistencia a aceptar una negativa, hicieron que optáramos por abandonar la fiesta por un local de rock de los 60 donde unos pasos de Moonwalker a lo Sulivan fueron todo un éxito.
Creo que se os ha quedado pendiente mencionar la ayuda externa que tuvisteis para encontrar el hostel de Yakateringburgo :) Me imagino que todos estos años practicando el moonwalker en bares de medio pelo han dado su fruto; todas esas personas que te confunden con la etnia gitana no van mal desencaminadas...
ResponderEliminartiene narices la cosa, ir como borregos en el tren, intentar escaquearte de los rusos, intentar no acabar borracho, robado o violado, y encima pagar por ello, y todo ello durante 54 horas... recordarme que os acompañe.... ;-) que disfruteis ...
ResponderEliminarUn abrazo,
es cierto, la ayuda de la pata humana en Yekaterinburgo fue fundamental, eso si, no se porque, respondía con efectos retardados ...
ResponderEliminarjoder juanen, es lo mismo que me dice mi padre, jejeje