miércoles, 2 de diciembre de 2009

Que rica la sopa Camboyana

Cinco días pasamos en Camboya, un país que ha sufrido como el que más las guerras y conflictos de la zona y que cuenta con escasos 15 años de democracia. Con un PIB de 500 $ por habitante (el 181 de los 207 países reconocidos), el más bajo del sudeste asiático junto con Laos. Donde las ciudades carecen de alumbrado público más allá de las cuatro calles céntricas dedicadas al turismo, siendo son los comercios los que ponen el colorido a la ciudad, y resultando difícil abstraerse del gran número de niños huérfanos y mujeres que duermen en la calle. Y eso que por las "prisas" (que sin sentido) no conocimos la Camboya rural.

Del país no deja de sorprender que el uso de la moneda local comparte lugar junto al dólar americano (es posible y recomendado sacar dólares en los cajeros), donde para compras superiores a 1 dólar, es más habitual que el propio Riel Camboyano. Se ve que no olvidan que en 1975, con la llegada de los comunistas y del genocida Pol Pot al poder (2 millones de muertos en 4 años, casi la tercera parte de la población del momento), se abolió la propiedad privada y el valor del dinero. Así que por si acaso vuelve a pasar, esta vez prefieren que les pille con dólares en el bolsillo.

Y hablando un poquito del viaje, os contaré que llegamos al país desde Bangkok, cruzando la frontera a pié, para coger un autobús al otro lado de la misma hasta la ciudad de Siem Rep, con casi los mismos habitantes que las mismísima Harvarcete, 160 mil, y con una animada vida y múltiples restaurantes estilo “modernete” en su centro urbano, debido a los cientos de turistas que acuden a ver los famosos y conocidos templos de Angkor que se encuentran alrededor de la ciudad.

Los templos son el último vestigio de la ciudad perdida de Angkor, capital del reino Khmer que se extendía a lo largo del sudeste asiático. Restos de más de 1.000 templos, palacios, … (ya os adelanto que las fotos son un coñazo) en una superficie de unos 250 km cuadrados, que permanecieron ocultos bajo los árboles y la vegetación durante siglos, e impresionan al dejar entrever que clase de ciudad existió en el siglo XII – XIII, que contaba con un millón de habitantes cuando Londres apenas alcanzaba 50 mil.

De Siam Rep, partimos a la capital del país, Phnom Penh (1,5 millones), donde puede que debido a las bajas expectativas que tenía sobre la misma, me sorprendió para bien, principalmente la zona del paseo marítimo junto al río Mekong. Para el que quiera fustigarse con los horrores de la guerra, existen varias atracciones en la ciudad, como la visita al “Museo del genocidio", un antiguo instituto de bachiller usado como prisión de guerra y tortura, y que alberga actualmente un museo con la historia y las fotos de las atrocidades cometidas.

Y la gran sorpresa de Camboya, su cocina. En Camboya se come especialmente bien, con sus exquisitas sopas Khmer y sus platos Amok de pescado. Tanto, que nos decidimos a dar un curso de cocina camboyana en Siem Rep, en el que la verdad aprendí lo justito, pero suficiente para realizar un par de intentos en mi futura vuelta a Spain.

10. Camboya

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