viernes, 25 de diciembre de 2009

Preparación de la aventura en moto

Nos dimos dos días para preparar el viaje. Lo más importante, la moto a comprar. Tras muchas deliberaciones y pajas mentales, con visita incluida al mercado de segunda mano de Hanói, donde las pocas motos que probamos bastante teníamos con no caernos de la moto ante la sorpresa de los presentas (ya que nunca habíamos conducido una moto de marchas), decidimos que lo mejor era comprarnos la más barata y mítica de las motos en Vietnam, ante la diferencia de precio que existía con una moto en condiciones, y sumar un punto de aventura si cabe al trayecto.

Y la más mítica de las motos en Vietnam es una “Minsk” de fabricación bielorrusa de principios de los 90, de 125 c.c., con las que más de un turista se ha recorrido Vietnam de norte a sur. Finalmente terminamos pagando 400 dólares por moto (algo más caro de lo habitual, entre 300 y 350, pero nos encaprichamos con unas que iban como la “seda”), con la esperanza de poder revenderla al final del viaje.

Una moto un tanto especial. Para empezar, pesa una tonelada. Y es que otra cosa no, pero robusta y duradera, seguro que es. De cuenta kilómetros, indicador de marchas, nivel de gasolina, velocímetro,… o cualquier cosas que se asemeje a un indicador, por supuesto, no contéis. Nuestro “vendedor” nos dio unas clases rápidas de mecánica para posibles averías (con lo que me cuesta a mí atender), que completamos bajándonos un manual de reparaciones de internet.

Y porque no decirlo, la Minsk tiene sus manías, como cualquiera de nosotros, como que cada vez que le echas gasolinas tienes que poner entre un 2% y un 5% de aceite mezclado con la gasolina. Imaginaros el pifostio que montamos cada vez que paramos en un pueblo perdido de la mano de dios, para conseguir explicarles que nos pongan un embudo en la moto y poder echarle el aceite mientras repostamos.

En cuenta a que necesitábamos para la compra nos surgían muchas dudas, ¿necesitamos seguro? ¿es suficiente nuestro carnet de conducir coches internacional?. Para resolver estas dudas nos metimos en internet, pero las respuestas oficiales de que necesitas de todo y por duplicado, no nos convencieron. Así que preguntamos en la calle, donde nos dijeron que en Vietnam y Laos no hay problema, ya que todo se puede solucionar con unos dólares por la espalda, incluido el paso fronterizo, mientras que en Thailandia parece ser otra historia donde si es recomendable tener los papeles en regla. Por tanto, decidimos que nuestra aventura terminaría en Viettian, la capital de Laos al sur del país pegando con la frontera Tailandesa, y allí fue donde enviamos nuestras maletas, dejando una mochila por cabeza para hacer más fácil el trayecto en moto.

Una vez solucionado el tema de la moto, nos hicimos con un mapa de carreteras del país, y nos fijamos un itinerario por el montañoso norte de Vietnam, alejándonos lo máximo posible de la carretera principal del norte. Y nos compramos una guía de conversación ingles – vietnamita para asegurar la supervivencia y la diversión.

Y con esto, nos lanzamos a la carretera.

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