Esto fue el principio de una negociación desesperante con demasiado intermediario de por medio (pensamos que lo podía tener la propia policía) en el que nunca nos quedó muy claro que estaba pasando y qué papel tenía cada uno, pero que si sabíamos que ellos querían el dinero y nosotros recuperar la bolsa. Así que finalmente llegamos a un acuerdo por los 300 dólares que habíamos ofrecido por Skype.
Lo más desconcertante fue el lugar de encuentro, ya que nos decían que teníamos que ir a recogerlo a un pueblo que estaba a un día de caminata (no había camino ni para ir en la moto) desde Muang May. Os podéis imaginar la gracia que nos hacía pensar en cruzar las montañas a pie de un país donde todavía quedan por explosionar 250 mil bombas de racimo que los americanos dejaron como regalito a Laos durante la guerra de Vietnam (en muchas ocasiones lo usaron como campo de pruebas) y que todavía causan unas casi 400 muertes al año, principalmente granjeros y niños.
Por tanto, de vuelta a la frontera de Vietnam, a unos 400 km de Luang Prabang, donde finalmente quedamos para recoger el portátil. Como teníamos cuatro días para llegar hasta dicho punto (ya que ellos decían que no podían estar antes), un par de días nos desviamos hasta la zona de Nonh Kiau, donde estuvimos recorriendo las montañas en torno al río Nam Ou, en uno de los recorridos más bonitos que hicimos por Laos. Aprovechamos también nuestra tranquila vuelta a Muang May, para parar en un par de poblados a tomar un descanso, donde era de lo más divertido ver a los niños como no paraban de reírse cuando se veían en las fotografías.
La recogida del portátil fue un poco de película. Acudimos en un jeep acompañados por dos trabajadores de la ONG (Holger estaba de vaije), a las 10 de la noche y con la intranquilidad en el cuerpo. Nos metieron en la casa del jefe del poblado fronterizo con Vietnam (con el puesto fronterizo de Laos a escasos 100 metros) donde todas las cosas estaban clasificadas y plastificadas como si lo hubiera hecho la misma policía. Nos dejo mal sabor de boca el tener que pagar el dinero a dicha gente que se le veía demasiado familiarizado con el tema. Así que finalmente pagamos tal como habíamos acordado y volvimos a Muang My a hacer noche abrazados a nuestra querida bolsa.
Final feliz pero sin perdiz, otra vez con sopa con noodles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario